El cuerpo técnico de Curicó Unido prometió hace 15 días que cambiaba la idea de juego con el fin de ser resultadista y no superponer el buen juego que en 10 fechas daba muy pocas victorias.
Los números decían que un empate era dorado en La Florida porque dejaba en el promedio a los albirrojos otra semana fuera de puestos de descenso con un “1,08” y durante los primeros 45 minutos el plan resultó.
Agrupados en poco espacio obligó a los audinos buscar pelotazos desde la portería para sorprender y sin dar mayor profundidad a la ofensiva. Pero en la segunda etapa Curicó no pudo sostener esa concentración y cayó “en su propia trampa”.
¿Porqué?. El engranaje defensivo que invitaba a salir a los locales, comenzó a quedar de lado y se invirtieron en parte los papeles, ellos empezaron a invitar y Curicó creyó que podría sacar tres puntos en un terreno inexpugnable. Los albirrojos llegaron y fallaron en la portería rival y en el área propia, ya que Franco Bechthold cometió una falta infantil e innecesaria con un Sergio Santos de espalda a la portería y en una zona superpoblada.
El castillo de naipes con el gol se derrumbó y la presión que siempre se niega que existe en las filas del cuadro de Marcoleta, comenzó a notarse. Martín Cortés, quien recibió una amarilla injusta en la primera etapa, reclamó y a las duchas.
Ya la suerte estaba echada y el segundo tanto y la expulsión al Tato, terminaron por transformar un juego clave y esperanzador, en un desastre que deja demasiados heridos.
Es importante preguntarse ahora que discurso y manual se sigue. Si va a rasguñar puntos, debe mantenerse fiel al manual hasta el minuto 90 y no volver a tentarse con algo más y como ya nos hemos ido acostumbrando, volver a lamentarse y escuchar cada vez más explicaciones.
Nada está perdido y un triunfo ante Huachipato el 25 de noviembre, deja a Curicó Unido a 3 puntos de la salvación.
Por GG, Periodista curicano.